El 23 de octubre de 2011, el desafortunado piloto italiano de Honda perdió la vida en un accidente en la pista de Sepang. El recuerdo de un personaje dejado en los corazones de los fanáticos.
Ese domingo 23 de octubre de hace ocho años, en Italia, era temprano en la mañana cuando los fanáticos frente al televisor permanecieron petrificados y el programa de MotoGP en Sepang se convirtió en una tragedia: en un dramático accidente, Marco Simoncelli perdió la vida.Ingresado en los corazones de los italianos, fue así, en el esplendor de sus 24 años, dejando una brecha insalvable como piloto y como persona: un campeón inolvidable y, sobre todo, un niño de oro. Una caída en la carrera, como muchas otras, pero con un trágico epílogo. El dolor fue inmenso y no faltaron, en la inmediatez del evento, análisis y analistas que acusaron al motociclismo.
FATALIDAD: en varios medios gritaron "Basta de velocidad", también hubo quienes evocaron la detención de médicos de cabecera. Algo no diferente sucedió incluso después de las tragedias de Angelo Bergamonti en Riccione (1971), Renzo Pasolini y Jarno Saarinen en Monza (1973). La emotividad fue el pretexto para invocar soluciones definitivas, pero definitivamente, en Sepang, solo hubo fatalidad.
Ciertamente, no había responsabilidad de que en la cámara lenta se buscara a los competidores alrededor de Marco, golpeados en la cabeza mientras intentaban controlar su Honda, peligrosamente de lado cuando llegaron las otras motos.
SEGURIDAD: en términos de seguridad, se ha trabajado mucho en los circuitos y en las motocicletas, se cree que la electrónica podría ayudar a los pilotos a gestionar el control de tracción, la potencia y el par de los motores. Durante décadas, además de las pistas reales para los pilotos, los accidentes fueron causados por la detención del motor, la caja de cambios o el bloqueo del freno. Hoy esos problemas se han resuelto, pero han surgido otros peligros, relacionados principalmente con la potencia del motor y los neumáticos nuevos.
La evolución de los vehículos fue formidable, con el piloto "obligado" a adaptarse. Pero en el motociclismo, el riesgo es parte de la competencia, quizás uno de los ingredientes de su atractivo. Es un espectáculo en el que el coraje da espectáculo y, a veces, exige un precio muy alto, del que los protagonistas son conscientes. El mismo Enzo Ferrari dijo un día que "O uno deja de llorar o deja de correr".
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