La situación Vettel-Ferrari ahora se ha vuelto insostenible en ambos lados. Por un lado Ferrari, que hace tiempo que despidió al piloto alemán y se lo apostó todo a Charles Leclerc al fichar a Carlos Sainz para 2021, por otro lado un piloto que vive cada vez más separado del equipo. En el medio, cinco grandes premios con solo la actuación convincente de Hungría, por lo demás, muchas sombras y muy pocas luces.
Para todos está claro que el Ferrari de esta temporada no es un coche competitivo, pero en el otro lado del garaje el aire es mucho menos pesado. Hablar desde el exterior siempre es difícil, las situaciones no se conocen y las declaraciones frente a la prensa siempre están un poco empaquetadas artísticamente, pero el lenguaje corporal y la actitud del piloto alemán son emblemáticos.
Cuando está en el garaje conprueba el trabajo de los mecánicos, como si no confiara en el equipo, cuando el coche se detiene en la pista empieza a controlarlo el mismo, como si quisiera hacerse una idea antes de que el muro le diga realmente qué lo dejó a pie. La objetividad quiere que en última instancia todo lo que se rompe en Ferrari se rompa única y exclusivamente en el Ferrari número 5: los pedales, el intercooler, el motor.
El coche de Leclerc no pierde una sesión de prueba, el gemelo del alemán siempre tiene una mejor base y el sabe lo importante que es poder conducir de forma constante, cuando el coche no está en la mano y necesitas trabajar en la puesta a punto. A Vettel no le gustan los coches con zaga, una solución que lamentablemente es necesaria cuando es necesario reducir la resistencia y evitar que el déficit de potencia se convierta en una auténtica bola y cadena.
Leclerc logra dar la vuelta al problema porque, obviamente, su estilo de conducción se adapta a un automóvil con la parte trasera deslizante, mientras que Vettel no. Este es un problema que el alemán lleva años cargando, es decir, desde el final de la era de los escapes quemados; Si bien es cierto que trabajar en su propio estilo de conducción es absolutamente necesario para limitar los problemas, es igualmente cierto que tener un automóvil competitivo sería igualmente deseable.
Lo ocurrido en las dos carreras de Silverstone es solo la enésima prueba de cuánto deben dividirse las carreteras de Ferrari y Vettel lo antes posible: al final del último gran premio, cuando el alemán no respondió al equipo en la radio durante la vuelta de honor. Hoy la polémica comenzó durante la carrera y luego continuó con los micrófonos de los periodistas, donde Binotto respondió cortante diciendo que si Vettel no hubiera hecho el trompo en la primera vuelta, las cosas hubieran sido diferentes.
“Los que estaban por delante de mí después de mi parada en boxes estaban haciendo exactamente los mismos tiempos de vuelta que yo con los neumáticos más viejos. Quizás no tuvimos el valor de dejar que Charles nos adelantara, a pesar de que tenía una estrategia diferente, y preferimos que me detuviera para evitarlo. Incluso con la mala primera vuelta, podríamos haber ganado mucho terreno hoy. Hicimos exactamente lo que queríamos evitar. No sé qué pensaron en esos momentos, pero bueno, sigamos adelante"
“Llevamos su primera parada por delante del ideal por unas vueltas, poniéndolo detrás de Raikkonen, pero sabíamos que recuperaría rápidamente su posición en la pista y permitió que Charles Leclerc continuara su remontada. En general para la Scuderia fue la elección correcta, creo que no lo penalizamos en nuestra elección, inmediatamente se recuperó sobre Kimi, no habría tenido éxito en un overcut sobre Kvyat porque tenían el mismo ritmo y luego socavamos a Sainz. Terminó duodécimo y habría terminado duodécimo de todos modos. Su carrera se vio comprometida al principio y creo que eso es lo que pasó más que la estrategia".
Parece haber vuelto al equipo de Radio de Alonso, aunque la diplomacia de Vettel es sin duda superior a la del piloto español.
Independientemente de lo que quieras pensar, está claro que ciertas tensiones no agradan a nadie. Consciente de lo ocurrido en Spielberg este año y en Interlagos el año pasado, el muro evidentemente quería evitar que las dos Ferrari se volvieran a encontrar, echando la culpa de todo al alemán, culpable de arruinando su carrera en la primera vuelta.
El equipo no confía en el piloto, el piloto no confía en el equipo. ¿Es posible seguir así?. Por supuesto, entre decir y hacer hay entre medias cláusulas de rescisión valoradas en millones de euros. ¿Es funcional entonces seguir así?. Seguramente no. Ferrari probablemente se esté enfrentando al período más oscuro desde el post Schumacher, es cuarto en la clasificación de constructores y, salvo situaciones afortunadas y elecciones de los distribuidores de neumáticos, la realidad dice que tienes suerte cuando tomas 1 segundo por vuelta.
En tal situación sería necesario cuadrar y remar todos en la misma dirección, no debe haber lugar para el descontento y cuerpos extraños. La aventura de Sebastian Vettel en Ferrari llegó a un final definitivo el año pasado en Interlagos, el punto más bajo en una relación ya gastada y agrietada desde Hockenheim 2018.
Cuando llegue a la última página, es mucho mejor cerrar el libro.
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