Russell, el domador del caos en Bahréin

Segundo lugar, medio coche y todo el temple: el piloto de Mercedes sobrevive a una carrera electrizante

¡DRS fallando! ¡Frenos a su aire! ¡Neumáticos al borde del colapso! Todo eso y aún así George Russell logró lo que parecía impensable: mantener a raya al feroz Lando Norris y asegurar el segundo lugar para Mercedes. ¿Y lo hizo con magia? No, lo hizo con sangre fría, nervios de acero… y una buena dosis de talento británico.

Mientras el DRS se abría solo por 37 metros y causaba más drama que una final de reality show, el volante se apagaba como si estuviera conectado a pilas baratas y el freno jugaba a las escondidas, Toto Wolff solo atinaba a decir: “Estoy casi sin palabras”. Nosotros tampoco, Toto, pero igual vamos a hablar.

Russell tenía que reiniciar los sistemas como si estuviera en IT de la Fórmula 1, presionando botones y rezando para que los frenos funcionaran en la siguiente curva. “¡Cada vuelta fue una ruleta rusa tecnológica!”, declaró después, seguramente con un tic nervioso en el ojo.

Y lo más increíble: ¡no lo penalizaron por el DRS! La FIA determinó que aunque lo activó manualmente (por error al tocar otro botón), no ganó ventaja real. Eso sí, perdió dos décimas en la siguiente curva, porque el coche parecía decirle: “¿Tú quieres correr? Pues a ver cómo lo haces sin datos, sin frenos y sin ayuda”.

¿Título? No por ahora, dice George

Russell es realista: “McLaren está un paso adelante, esto fue más un acto de supervivencia que una pelea por el título”. Pero con tres podios en cuatro carreras, lo que sí queda claro es que cuando el coche responde (o incluso cuando no), George está listo para el desafío.

Así que aplausos para Russell, el piloto que domó un coche poseído por los gremlins electrónicos y que, a pesar de todo, cruzó la meta con estilo, coraje y una sonrisa nerviosa. En Mercedes no saben si están para el campeonato, pero con este tipo de actuaciones, definitivamente están de regreso en la pelea.

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